Los difíciles gustos de los jóvenes lectores.

Si recordamos a Larra (¿no se lee porque no escribe o no se escribe porque no se lee?) , desde luego los tiempos han cambiado y se escribe mucho, así que ahí no está la causa. Si miramos hacia atrás, en la experiencia vivida,  del recuerdo de las sagas de Enyd Blyton o Richmal Crompton, apenas queda algo, salvo su actualización como la del inolvidable Manolito Gafotas y ahora Nikki o Greg, además de las múltiples cuadrillas de chavales que, de cuando en cuando, amenizan nuestras estanterías (recientemente El club de las zapatillas rojas de Ana Punset). Las novelas de aventuras (Salgari, Verne, Karl May) son de un tiempo muy anterior a la play

Después vinieron las grandes colecciones del LIJ, normalmente de las editoriales relacionadas con el mundo de la educación: SM, Anaya, Edelvives, Everest, Santillana, Edebé, Bruño… Parece que las personas encargadas de ofrecer lecturas a los jóvenes lectores deben estar muy satisfechas ante tanta posibilidad de elección, y sin embargo no es así. ¿Qué ocurre entonces? Hay muchos libros, pero el lector entre 12-15 años (alumnado de ESO) es muy difícil de contentar y entretener, de modo que cuando se encuentra un libro que funciona tendemos a mantenerlo como un auténtico tesoro.

Es curioso porque nunca ha habido tantos autores de literatura juvenil como ahora, pero aparece una duda inquietante: ¿La literatura juvenil es un género diferenciado? A veces da la impresión de que el escritor redacta su obra y, si no le va del todo bien en el proceloso mundo editorial, entonces se dedica a la literatura juvenil. El caso de Ruiz Zafón parece ser de estos: el éxito de La sombra  del viento ha reconsiderado su obra anterior publicada en colecciones juveniles y reeditadas para público adulto ahora. Otro caso es el de los autores que emplean un cierto tono especial al dirigirse al joven lector, que se capta y se rechaza habitualmente por esos presuntos usuarios. Algunos cortan la cuestión de manera tajante: hay buena y mala literatura, dicen, y lo que habrá que lograr es que los jóvenes lean la buena literatura asimilable por ellos. Entonces surgen las adaptaciones de clásicos o el intragable uso del acervo literario para acercar al público lector aunque más bien lo aleja.

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Sierra i Fabra

Con estas dificultades, queremos encontrar cincuenta libros y cincuenta autores  para un público lector que se inicia en los libros de «todo letras«, pero que tengan esas dos características del libro que funciona: ser muy agradable para los lectores y contar con una cierta originalidad o calidad literaria. Queremos libros  que tengan presente al usuario  con el que se quiere conectar (literatura infantil y juvenil): libros escritos para ellos (y para ellas).

Vamos empezar esta relación con un clásico. Campos de fresas, con veinte años ya, va por la ¡90 edición!, siendo así el libro más popular de un autor muy popular especializado en literatura para adolescentes: Jordi Sierra i Fabra. En su web se mencionan 126 obras de las que se han hecho más de 2000 ediciones. Al observar el ritmo de su producción, se aprecia la creación de  unos pocos títulos en los años ochenta, pero es después de la publicación de un libro en Espasa para un público más adulto (El regreso de Johnny Pickup, 1995) cuando Sierra i Fabra multiplica su creatividad hasta lo indecible, convirtiéndose en el gran rey de la literatura dirigida a la adolescencia. En 2017 ha sido premiado con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, como reconocimiento oficial a su labor creativa