En 2018 seguimos aprovechando los aniversarios para recordar la historia de la tormentosa centuria pasada. Hace un siglo, Rusia comenzaba el año con un régimen político nuevo tras el triunfo de la revolución de octubre que sucedió en noviembre. La Editorial Nórdica nos presenta en una cuidada edición el reportaje clásico del periodista nortemericano John Reed que se ha convertido en la crónica más auténtica sobre el movimiento revolucionario de esos días. Quizás es un buen momento para echarle el ojo.
Pero hace ochenta años, continuaba la que Almudena Grandes denomina «una guerra interminable» y con la que viene trabajando mediante la creación de unos relatos que asientan su ya sólida labor literaria. Ha publicado hasta el momento cuatro títulos, con lo que parece inaugurar el nacimiento de una nueva colección de episodios nacionales en la línea de Galdós o Baroja (sobre el siglo XIX) y, la más olvidada o pobre, de Fernández de la Reguera.
La conmemoración y el recuerdo de la efemérides pueden servir para muchas cosas, como por ejemplo para indagar en su conocimiento y también para volver a publicar toda esa cantidad ingente de memorias, recuerdos, narraciones, historias o relatos, haciendo posible -gracias a la actual revolución de la información mediante Internet- una difusión y conocimiento como nunca hemos tenido. Pero eso no está en nuestras manos, así que lo dejamos a un lado. Lo que si podemos hacer es abrir una discusión sobre las novelas de la Guerra Civil. «La novela de la Guerra Civil no ha sido escrita» decía un buen amigo. Sí, claro, pero ¿cuáles pueden ser las 25 mejores novelas que tengan como fondo directo o indirecto ese tiempo y esas circunstancias? Vamos a verlo…
Comienzo yo con una idea: a mí me gustó, me llamó la atención y me llamó la atención una de Cela, de los tiempos en que era legible y nadaba entre dos aguas, escrita en 1969 en forma de monólogo interior. Se escribe en los años de la literatura fuertemente experimental influida por Joyce; en los años del despegue de la narrativa sudamericana tras la publicación de Cien años de soledad en 1967, y en un momento de renovación literaria que tanto conmocionó a los lectores que empezamos a cumplir demasiados años.
02/02/2018 a las 12:24 pm
La literatura sobre la Guerra Civil no está escrita porque no se quiere que se escriba. La opinión dominante de los medios (sobre todo los de derecha) es que ya está bien de hablar sobre ese tema, que aburre, huele. Sin embargo, yo creo que nuestra última Guerra y su inmediata posguerra es un filón literario que salvo honrosas excepciones no se ha trabajado lo suficiente. ¿Cuántas novelas no se habrán escrito sobre la II Guerra Mundial? Y, sin embargo, todavía no se ha agotado, sigue vigente. Justamente este año, una película que relata un episodio muy concreto de la misma (Dunkerque) opta a los premios “oscar”. No obstante, se han escrito narraciones que reflejan enérgicamente la vida durante la Guerra, aunque, lamentablemente, la mayoría de ellas se hallan en el olvido. Yo destacaría “LA LLAMA” la tercera parte de la trilogía de Arturo Barea “LA FORJA DE UN REBELDE” y, sobre todo, La pentalogía “EL LABERINTO MÁGICO” (Campo cerrado (1943), Campo de sangre (1945), Campo abierto (1951), Campo del Moro (1963), Campo francés (1965) y Campo de los almendros (1968)) una de las obras fundamentales que analizan los momentos finales de la Guerra Civil y la posguerra. Los episodios que narran la espera de los republicanos derrotados a ser embarcados en el puerto de Alicante se pueden encuadrar entre los más angustiosos que he leído. En una obra tan extensa hay momentos sublimes y otros fallidos, pero la combinación de técnicas vanguardistas y la anécdota que narra la convierte en una novela fundamental para entender nuestra historia. En definitiva, es un autor que hay que recuperar.